lunes, 27 de octubre de 2014

EPIGRAMA CON MURO

Entre tú y yo
Se levantaba un muro de Berlín
Hecho con horas desiertas
Añoranzas fugaces.


Tú no podías verme
Porque montaban guardia
Los rencores ajenos
Yo no podía verte
Porque me encandilaba
El sol de tus augurios.


Y no obstante solía preguntarme
Como serías en tu espera
Si abrirías por ejemplo los brazos
Para abrazar mi ausencia.


Pero el muro cayó
Se fue cayendo
Nada qué hacer
Con los malentendidos
Hubo quién los juntó como reliquias.


Y de pronto una tarde
Te vi emerger por un hueco de niebla
Y pasar a mi lado sin llamarme
Ni tocarme ni verme
Y correr al encuentro de otro rostro
Rebosante de calma cotidiana


Otro rostro que tal vez ignoraba
Que entre tú y yo existía
Había existido
Un muro de Berlín que al separarnos
Desesperadamente nos juntaba
Ese muro que ahora es sólo escombros, más escombros,
Y olvido.


-M. Benedetti


domingo, 12 de octubre de 2014

El color blanco de la caja de plastidecor

Negro, rojo, verde, azul, naranja... Todos tenemos un color favorito. Nuestras preferencias al pintar se reflejan en lo gastados que están los colores. Pero siempre hay uno que está prácticamente intacto: el color blanco. Una rareza en un estuche, porque no sirve para nada. Podrá parecer "bonito", pero realmente nadie lo quiere.

Eso el color blanco lo sabe perfectamente, y se martiriza con ello. Aun así un día, de repente, aparece un niño diferente. El color blanco capta su esencia clara y sabe que puede que algún día lo coja. Tiene miedo de hacerse ilusiones, pero no pierde la esperanza. Y finalmente, pintan con él.

Puede que el niño sea diferente. ¿A quién le gusta el color blanco? ¿Qué vas a pintar con eso? Pero el color blanco se siente útil, normal. Un color como cualquier otro. Incluso durante un tiempo, se siente especial. Siente que el hecho de que sólo un niño aprecie su tono es precioso. Y con el tiempo, el niño lleva el color siempre en el bolsillo, preparado para hacerlo sentir único. Y el blanco, aguardando en la oscuridad, se siente el color más feliz del mundo.

Pero pasa el tiempo, y el color nota cosas. Nota que el aprecio que siente hacia el niño ya no es tan correspondido por éste. Y es normal. Lo raro sería que no se hubiera cansado de pintar con un color que ni siquiera se ve. De vez en cuando, lo deja con los demás colores.  Y el color se vuelve a sentir pequeñito porque, aunque ahora está gastado (cosa que significa que ha sido útil), ve a los otros colores más felices con sus dueños y a los dueños de estos felices con ellos. Blanco se siente solo y no correspondido.

Y es que los otros niños ya es imposible que se fijen en un color tan gastado y además teniendo colores más bonitos. Blanco, aun así, permanece en el estuche con la cabeza bien alta cuando todos le ignoran, ya que él sabe que es querido aunque sea un poco, y eso le basta.
El desgastado color se fija en su dueño cada vez que pasa, cruzando los dedos, esperando a que lo coja para pintar. Y cuando lo hace, se esfuerza en sacar el color más nítido que puede, demostrándole que sigue igual que el primer día; que es el mismo. Pero quizá es el niño el que ha cambiado. A veces, el niño pinta sin ganas mientras mira otros colores de reojo. A veces ni siquiera quiere pintar y prefiere salir a jugar.

Quizá el niño sólo ha estado con el color Blanco porque es lo más diferente que hay a un color, lo más insignificante. Y puede que sólo haya pintado con él porque a todos los niños les gusta pintar, y no quería ser menos. Y, aunque ya no le haga tanta ilusión, puede -y sólo puede- que algún día se llenara de felicidad al pintar con él.

Lo malo es que el color blanco se vuelve a sentir inútil, pero con una diferencia respecto al principio: necesita a ese niño que ya no cuenta con él. Necesita que lo coja y vuelva a pintar con ilusión, con fascinación; que le diga lo que aprecia su diferente y extraño color, que es lo que más le gusta de él; que pese a estar desgastado y no tan blanco y aunque pinte gris a veces sigue gustándole como es.
Y necesita que lo saque del estuche.
Que vuelva a llevarlo en el bolsillo a todas partes.
Que le saque punta y lo limpie y le haga pintar los dibujos más claros sobre la cartulina más negra que encuentre.




jueves, 21 de agosto de 2014

Gusano



Pobre gusanito. Reptando hacia delante sin parar, diminuto. Con muchas cosas en qué pensar y un gran mundo interior que nadie ve.

El desgraciado no puede descubrir y apreciar lo que le rodea, porque cuando está solo se centra en lo poco que vale; en lo poco que merece la pena todo si no hay nadie para compartirlo. Sin embargo, contra más gusanos u otros animales hay donde él está, más insignificante y sucio se siente. Revolcándose entre excrementos y suciedad se intenta valer, pero es prescindible para todos. Se podría ir y nadie se daría cuenta.

Lo curioso es que en ningún momento ha anhelado ser mariposa, ya que sería destruir su mundo interior estando en la crisálida para convertirlo todo en belleza exterior. ¿Entonces por qué le molesta que haya animales que escojan ese camino? Porque agradan a todos, se sienten importantes, imprescindibles. Su camino merece la pena, aunque esté basado en la superficialidad. Porque es la superficialidad la que mueve el mundo. A nadie le importan los gusanos, aunque puedan ser fascinantes; las mariposas son más simples y llamativas e inspiran a los poetas mediante el mero hecho de la contemplación.

¿Por qué los gusanos no lloran? Porque si les salieran lágrimas dificultarían su camino subterráneo. Ahora el pequeño gusano desciende, cada vez más bajo tierra, esperando encontrar una señal que nunca aparecerá. Una señal que le confirme que todo lo que sufre merece la pena.

Para el pequeño gusano los sueños por cumplir se desvanecen con el tiempo, ya que el cielo se antoja cada vez más lejano.

jueves, 8 de mayo de 2014

To this day



a tidal wave of anti depressants
and an adolescence of being called popper
one part because of the pills
and ninety nine parts because of the cruelty
he tried to kill himself in grade ten
when a kid who still had his mom and dad
had the audacity to tell him “get over it” as if depression
is something that can be remedied
by any of the contents found in a first aid kit

to this day
he is a stick on TNT lit from both ends
could describe to you in detail the way the sky bends
in the moments before it’s about to fall
and despite an army of friends
who all call him an inspiration
he remains a conversation piece between people
who can’t understand
sometimes becoming drug free
has less to do with addiction
and more to do with sanity


domingo, 20 de abril de 2014

El tic-tac y el martilleo



Las manecillas del reloj se mueven con extrema parsimonia mientras te miro. 
Te observo meticulosamente, intentando entender cada ínfimo detalle, cada matiz... Pero por mucho que me concentro en ti, no te veo. Estoy lejos, muy lejos. Y  tú no eres capaz de percibirlo.


Hay una sensación extraña que se empeña en oprimirme el pecho. Muchas veces la guardo dentro de mí, pensando que hago bien. Otras, creo que es mejor sacarla... Puede que erróneamente; todavía no acabo de entenderme. Es por eso que sigo escribiendo...

El caso es que el tiempo juega en mi contra, y pese a que parezca que las manecillas no se muevan, llevan una velocidad de vértigo.


A veces me pregunto como puedo no estar pensando en nada en concreto y estar, a la vez, dándole vueltas a muchas cosas que me preocupan. 
Cosas que, por ínfimas que sean, se magnifican y me aplastan contra el colchón, me sacuden de arriba abajo, me nublan la vista y me entumecen los oídos. A veces tengo "intentos de sueño", vigilias continuadas con una inquietud paralizante. Duermo, pero sin descanso. Sueño, pero con una consciencia que nunca acaba de relajarse y dejarse llevar. Estoy en guardia las veinticuatro horas, esperando a que cualquier preocupación que aguarda en un lugar al azar de mi mente, se decida a salir para ocupar mi tiempo. Y volvemos a las manecillas... Tic-tac.

Si finalmente decido desistir y salgo a la calle, las cosas cambian demasiado sutilmente. Miradas furtivas, imágenes que me asaltan, situaciones que se amontonan en un marco persistente. El martillo de mi cabeza... Y el sonido del tic-tac.


Pero después están esos momentos... Esos en los que te miro y no pienso absolutamente en nada. Momentos que hacen que el martillo de mi cabeza estalle en pedacitos y que hacen que el tic-tac sea placentero y silencioso, pese a que se empeña en sonar más que nunca. Momentos que se llenan con suspiros y se alimentan de silencios reconfortantes. Momentos que se hacen agradablemente eternos.

El único problema es que tú, que consigues silenciar el tic-tac y desintegrar el martillo, eres también su creador y lo reconstruyes sin darte cuenta. ¿La solución será que yo misma asga el martillo y destruya el reloj? 
¿O eso también me destruiría a mí?




miércoles, 29 de enero de 2014

Construirse como persona

Antes, tan conducido y dirigido, tan meticulosamente metido en el camino.
Ahora, en medio de un verde prado sin ninguna senda que seguir... La inmensidad te espera. Infinitas posibilidades y sólo una persona para escoger la adecuada: tú.
De pequeño preguntabas por qué no tenías ni voz ni voto en nada, y ahora te preguntas por qué nadie te puede echar un cable. La respuesta es sencilla: este camino sólo lo puedes construir tú. Al principio te parecerá difícil y trabajoso, pero hermoso al mismo tiempo. Y esperanzador. Un mundo de posibilidades al alcance de tu mano. Sólo basta con desear algo y realizarlo, porque tú eres el dueño de tu vida. Tú y nadie más.
Es ahora cuando comienzas a sentirte libre, sin cadenas que te aten, pero desprotegido al mismo tiempo. Ahora es cuando haces lo que quieres para modificar el paisaje; pero cuidado, porque cualquier detalle que modifiques te cambiará a ti también.

¿Quién eres ahora? ¿Quién quieres ser? ¿Qué rumbo vas a seguir?
En la historia de la humanidad, no hay dos paisajes iguales.

viernes, 24 de enero de 2014

Euphoria



Cuando la música se escucha más fuerte que tus pensamientos y gritas tantísimo durante tanto rato que ni siquiera sabes si algún sonido sale de tu boca... Una vibración recorre tu espina dorsal; aférrate a ella. Olvídate de la vergüenza, despréndete de la timidez, ríete hasta llorar. Baila como si no hubiera un mañana porque, ¿y si no lo hay?

Imagínate que hoy es el último día que pasas en la Tierra. ¿Qué te gustaría hacer? ¿Cuál sería una buena manera de poner fin a tu historia? Seguro que varias cosas acuden a tu cabeza. Y mi pregunta es, ¿qué te impide hacerlas? ¿Por qué te quedas de brazos cruzados esperando a que tu vida pase, mirando cómo suceden las cosas, en vez de actuar y hacer lo que realmente quieres? ¿Nunca te has parado a pensar en por qué los pájaros se quedan en el mismo sitio pudiendo ir a cualquier lugar? ¿Te has dado cuenta de que somos como ellos?

Así que equivócate, disfruta, llena tu vida de recuerdos memorables y muérete con una sonrisa en la boca. Porque uno se puede arrepentir de hacer algo, pero mucho peor es el sentimiento de no haberlo intentado.

Haz cada momento inolvidable y grábalo a fuego en tu memoria; de esa manera podrás vivir continuamente en estos recuerdos y tener felicidad ilimitada. Un segundo para siempre.

Carpe Diem. Siéntete vivo.

lunes, 20 de enero de 2014

La Partida de Ajedrez


Blancas abren, como siempre.
Las negras se resignan porque no les queda otra y, aun así, comienzan pensando que no están en desventaja.

Los peones blancos, gráciles, andan con sus sinuosos pasos, casi sin darse cuenta. Los caballos, saltan con agilidad y firmeza. La reina bosteza, aburrida; no le interesa para nada esa partida.
Poco a poco, se va vaciando el tablero. Cada vez queda menos para obtener un vencedor, y ambos bandos están al tanto.

Un rey y un peón negros contra todo el ejército blanco.

Ya sin mensajeros, ni esposa, ni caballeros... ¿qué le queda al monarca? Muy de vez en cuando, y de repente, se pone a sollozar a espaldas de las blancas. No pueden ver su flaqueza; eso le destruiría. Por ello, concentra toda su energía en ese peón. Quizá es débil e insignificante, pero es la única manera de mantenerse con vida. Además de que él es el único que puede revivir a su esposa.

Las blancas se ríen. ¡Qué ingenuo es! Intenta aparentar que es poderoso y que tiene confianza en su peón... Juguemos un rato con él, alimentemos su única esperanza de seguir con vida. Y finjamos que sus convicciones son ciertas.

El peón está sonriente. Cada paso que da, lo da con más firmeza; más seguro de sí mismo. "Puedo hacerlo, el rey estará orgulloso de mí". Lágrimas de alegría resbalan por sus mejillas.
El rey, a sus espaldas, se arrepiente. ¿Por qué ha dejado que el peón se creyera que tenían posibilidades? ¿Por qué él mismo se lo creyó? En todas las partidas jugadas ha pasado lo mismo, y en todas vuelve a cometer el mismo error.

Muere el peón. El rey negro ya se había hecho a la idea pero, aunque se preparó mentalmente para el golpe, perder el peón una y otra vez le desgarra por dentro. ¿Hubiera sido mejor sacrificarlo al inicio de la partida? Ha estado haciéndole creer que era poderoso, pero hasta el mismo monarca estaba convencido de ello.

Las blancas, victoriosas, ni siquiera se ven concentradas en la guerra. Ellas tienen talento natural y, cansadas de ganar, no aprecian la victoria. Si por una vez (¡una vez!) fuera el rey negro el que ganara, las cosas serían muy diferentes.


El último pensamiento de la última pieza negra antes del inevitable jaque-mate es "¿Quién ha decidido que abran las blancas si son las que mejor juegan?"


viernes, 17 de enero de 2014

Words don't come easy... to me


Hace tiempo que necesitaba un rinconcito como este. Lo que no sé es por qué he tardado tanto en decidirme a hacerlo. Miento; sí que lo sé. Mi anonimato en Internet es relativo y que alguien lea lo que escribo, pienso, o disfruto me hace sentir vulnerable. Pero una vez dado el paso de hacer click en el botón "Crear blog" me siento más fuerte, por poder derrotar otro de mis miedos.
Lo que no es un secreto es mi pasión por la lectura. Quien haya llegado hasta aquí a causa de mi otro blog lo sabrá bien. Los libros me han acompañado en los peores momentos, y han sido los únicos que me han tratado como a una más y me han ayudado a seguir soñando. Por ello, refugiarme en las palabras siempre ha sido mi vía de escape... aunque poca gente lo sepa.
Por si alguien se lo pregunta, el título de este post no es una canción al azar. Es la explicación de por qué me he refugiado también en la escritura (porque... ¿por qué no limitarse a leer?). Una timidez extrema siempre me ha dificultado la comunicación con cualquiera. Las palabras simplemente no venían a mí cuando las necesitaba, o venían pero no se dignaban a salir de mi boca. En cambio, cuando escribía lo hacía para mí, y no tenía miedo. ¿Quién se iba a reír de mí por equivocarme si nadie me leía? A veces, escribir me servía para ordenar pensamientos o simplemente para descubrir qué pensaba yo en realidad. ¡Imaginaos cómo debía ser el hilo de mis pensamientos para que ni yo me entendiera!
Por ello, siento que estoy en deuda con las palabras, y es por eso que ha nacido Caressing Words. Mi objetivo es que sea un lugar para compartir, pensar o descubrir la fuerza de la palabra escrita. Independientemente de si alguien me vaya a leer o no, siento que necesito dejar salir lo que he estado reprimiendo todos estos años (aunque sea malo; siempre hay lugar para aprender).
Para terminar, sólo voy a decir un último detalle. Aquí no seré Sedy; podéis llamarme Noelia, o Lia (que es una especie de diminutivo de mi nombre). Ya que vais a estar en mi cabeza... lo mínimo es saber mi nombre.